Un no parar.


Han pasado ya unos días desde la última vez que escribí. No por vaguería sino porque realmente no hemos parado en estos cinco días. Lo principal ha sido que han estado los voluntarios ayudando en Madre Teresa y la verdad es que ha sido según me cuentan una experiencia inolvidable: han sacado muelas, has hecho globos con forma de perro, flor, espada; masajes, etc, ha sido tan buena la experiencia que las sisters les han dejado tomar fotos!!


Por otra parte, tanto en el hospital de aquí como en el ministerio, es todo un caos, ni avisando han preparado nada aunque Hamadu nos ha dicho que para hoy tendremos trabajo, si claro, cuando nos vamos pasado mañana.

Estos días fuimos a Addis a llevar a Jordi, Pablo y María que se va el día 14 y hacer compra y aprovisionamiento, ya que por aquí de la patata y del tomate no salen. Además hemos comprado una olla Express! Claro que a lo árabe, más rara imposible, tanto que hay me meter la tapar por dentro para que se pueda cerrar una cosa muy rara no tiene desperdicio. Aparte de Addis y en maratón, hemos hecho, digo hemos porque iba con javi, 1.800 kilómetros en 3 días, un poco paliza, ya que fuimos a ver el proyecto de las hermanas salesianas en Zway, proyecto en el que actuamos de supervisores y otra vez a Afar.

Como se han portado muy bien aquí, había pensado llevarles de excursión al Lago Langano, que es uno de los pocos lagos de África donde te puedes bañar, así que dicho y hecho nos vamos mañana para allá, lo único es que no hemos cerrado lo del hotel y estamos viendo como se mueve la gente que está en Addis para ir, ya que para volver ya tenemos el super coche.

Ayer hicimos una cena española, o por lo menos esa fue la intención que fue derivando poco a poco ya que al final de española no tenía nada. Cuando te hablan de una cena española te imaginas, una tortilla, un poquito de jamón, pan tomaca, un vinito, etc, pues si era lo que pensamos pero al final habrá que conformarse con un arroz con verduras, ya que se fue la luz en todo el día, hacía un calor enorme, cenando con linternas, y además los invitados, el personal contratado estaba de ayuno y no podía comer ni la mitad, así que con todo la verdad es que me imagino que si a nosotros nos fue duro cenar, a ellos ni te cuento, sobre todo porque tenían que quedar bien. Aún así se portaron y aguantaron como unos campeones.

Ahora entiendo a mis sobrinos que son pequeñitos la ilusión que les hace el que se encienda la luz cuando aprietan el interruptor, porque aquí ocurre prácticamente lo mismo, me explico. Eso de llegar a casa y no tener luz es un poco duro, con los 40 grados del día, no hay agua fría, la nevera se esta descongelando, el techo de Uralita hace que la casa no este especialmente fresquita y además, lógicamente, no funciona ningún ventilador. Menos más que compramos un fuego de gas, porque sino no tendríamos ni para cocinar. Pero eso si, tenemos tanta alegría como él cada vez que vuelve la luz. Uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que vive situaciones como esta, y con el agua tres cuartos de lo mismo.

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